domingo, 28 de febrero de 2010

Las Cárceles

domingo, 28 de febrero de 2010
Esta mañana empezando a leer El País por el final, como siempre, encontré un "articulito" de Juan Cruz, La Cosas Rotas, en el que alterna versos de Neruda, Oda a las Cosas Rotas, con apreciaciones y declaraciones que fue viendo-viviendo a través de la televisión chilena durante el sábado. Ya sabéis a lo que me refiero, el apocalíptico temblor en la tierra del casi-fuego.

Y pensé en que sin ser un experto en literatura, ni poesía, ni Generación del 27, ni Miguel Hernández, sí podía por fin hablar de él (se cumple un siglo de su nacimiento, "casi" tanto como de su óbito). Llevo dos meses relegando el momento porque no sabía si publicar un poema, si aprovechar algún acto de reconocimiento, si liarme en cuestiones políticas, si recriticar a quienes han criticado su talento tachándolo de aprovechar la ola democratizadora desde la ultratumba, que por un pelo no fue la ultrafosa. Pero he aquí que Orlando Zapata/un trozo de esperanza ha muerto/ha sido asesinado en una cárcel/un pedazo de realidad vendado a la sociedad; y yo, cual buitre creador de textos, aprovecho la clarividencia de Juan Cruz y la desgracia de éste para honrar al de en medio, que si algo conoció bien en su corta vida, fueron las prisiones.

Imagen de la película de Robert Bresson Un Condenado a Muerte se ha Escapado (1956)

Este detestable (sabiendo lo que ahora sabemos sobre la pena de Zapata, me niego a calificarlo de inesperado) giro de los acontecimientos no ha modificado mi idea inicial de que no hay como extractar de la obra misma para recordar a un artista. Así que armado con una humilde antología poética del oriolano que me regaló una amiga hace nueve años, un mes y once días y con mi mejor intención he dedicado un tiempo a buscar qué podría ser apropiado también para el cubano. Como en los funerales a la americana.

Descartado el poema favorito de dicha amiga, que en un momento pre-Zapata barajé ("El último y el primero:/ rincón para el sol más grande/ sepultura de esta vida/ donde tus ojos no caben/[...]/Depués del amor, la tierra./Después de la tierra, nadie."), me he decantado por el libro El Hombre Acecha de 1939, año de su primera experiencia con la cárcel (como para tantos otros) de la que le ayudó a salir precisamente Pablo Neruda (el mundo es un pañuelo). Entre los textos que ahí se contienen está el célebre El Herido, que gracias a Serrat se conocerá como Para la Libertad en una transgresión más de las industrias culturales. Pero queriendo huir del tópico, he decidido caer en lo obvio, así que a continuación os dejo los últimos versos de un poema titulado Las Cárceles:

[...]
Son los encadenados por siempre desde siempre.
Ser libre es una cosa que sólo un hombre sabe:
sólo el hombre que advierto dentro de esa mazmorra
como si yo estuviera.

Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
no le atarás el alma.

Cadenas, sí: cadenas de sangre necesita.
Hierros venenosos, cálidos, sanguíneos eslabones
nudos que no rechacen a los nudos siguientes
humanamente atados.

Un hombre aguarda dentro de un pozo sin remedio,
tenso, conmocionado, con la oreja aplicada.
Porque un pueblo ha gritado ¡libertad!, vuela el cielo.
Y las cárceles vuelan.

Qué descansen en paz Zapata y Hernández, qué descansen muy en paz, qué descansen excesivamente en paz, tendrán que hacerlo por muchos otros como los Castro y también Batistas (a Dios lo que es de Dios y al César...).

2 comentarios:

lacasinegra dijo...

nueve años ya? Dios cómo pasa el tiempo, qué miedo.
Precioso texto, y mejores recuerdos.
Gracias

QCompson dijo...

Gracias a ti por el comentario casinegra. Como pone en la dedicatoria del libro: Había que hacer patria. Hablando de la patria chica, no dejes de leer el artículo del New York Times sobre el arte actual y Murcia, jajajaja, me parto.

Saludos!

 
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