lunes, 1 de febrero de 2010

Yummy, yummy, yummy

lunes, 1 de febrero de 2010
Todos hemos experimentado la sensación de que con la imaginación podíamos generar sensaciones. Hablar de alguien que ya no está es transportarse a la melancolía de un mundo con baja actividad cerebral, recordar un beso acelera el pulso, oler un viejo trapo sirve para viajar en el tiempo muchas décadas atrás, mirar una foto para hacer brotar una sonrisa, leer una receta produce salivación... Hoy quiero escribir sobre algo relacionado con este último supuesto, el poder evocador de la comida más allá de la idea posmoderna relacionada con un mero balance de calorías y vaya usted a saber que de tonterías pseudopragmáticas. Una lista de alimentos puede despertar los cinco sentidos o los seis o los que sean, por no hablar de los platos ya elaborados. Con esto estamos en disposición de hacer de la descripción sentimiento y expresión de algo e incluso de uno mismo, pues ¿qué hay más autobiográfico que una receta que jamás llegamos a olvidar?

Ernest Hemmingway, un tipo duro y todo un veterano de guerra, recomendaba a los 'chichipán' domingueros cómo preparar un manjar auténticamente salvaje en un artículo maravilloso del Toronto Star del que obtuve el siguiente extracto:

"La forma correcta de guisar es sobre brasas. Tenga a punto varias latas de grasa vegetal, que es tan buena como la manteca y excelente para toda clase de frituras. Ponga el tocino en la sartén, y cuando esté medio frito incorpore la trucha a la grasa caliente, tras haberla rebozado con harina de maíz. Coloque entonces el tocino sobre la trucha para que la vaya rociando mientras se cuece lentamente".
Contrasta la naturalidad, tosquedad, del Hemmingway montañero con el vaporoso recuerdo mediterráneo que del arroz de alcachofas y pollo que preparaba su madre conserva Manuel Vicent (Verás el cielo abierto), y de cómo al interrumpir su carrera para cura quedó su plato condenado al monótono arroz y algún rebelde y pírrico pedazo de alcachofa de vez en cuando si tenía suerte. Éste es un hecho fundamental en el perfil psicoanalítico del literato valenciano:

“Con gran sentido del humor, mi psicólogo me ha pedido la receta del arroz caldoso con pollo y alcachofas. La incluyo en este informe para que no se me olvide que estoy todavía a favor del placer. Se pone el aceite en una cazuela de barro y, cuando esté bien caliente, se sofríe la carne hasta que esté bien dorada y seguidamente se añade el tomate limpio, pelado y picado, que también se sofríe. A continuación se añade el agua, la sal y el azafrán. Cuando rompe el hervor, se añaden el arroz, los guisantes y las alcachofas, troceadas y pasadas con limón para que no se ennegrezcan; se rectifica de sal y en dieciocho minutos el arroz está listo. Como su nombre indica, este arroz tiene que quedar caldoso”.
Experimentanto y repensando una receta no sólo hallamos nuestro carácter o nuestra personalidad, también se puede jugar con las sensaciones y con los significados que reposan en ciertas comidas. Un estudio de títulos de créditos y animación en 3D, Dvein, formado por tres jóvenes españoles afincados en Barcelona, están logrando abrirse paso, entre contrato y concurso, en un ambiente tan prometedor como el del diseño y el arte digital. En uno de sus trabajos para una de las secciones de un festival de cine, podemos disfrutar de la reinvención de la tortilla de patatas:

Xcentric / Documentos - Intinerarios from Dvein on Vimeo.


Salir a comer algo no es sólo necesidad, placer o pasión (al más puro estilo Rossini), en el acto de comer reside en muchos casos un fuerte vínculo experiencial. No es lo mismo tomar algo por ahí que sentarse en medio de la noche solitaria, sin prisas ni preocupación duradera, en un garito humilde que hace esquina en una calle principal (a estas horas ya no tan transitada) mientras que los olores a comida barata se pegan a tu ropa y contemplas sin más pretensión a una extraña pareja frente a ti. El rojo del vestido de ella se conjuga perfectamente con la negrura de afuera y la evanescente luz interior que huye a través de los interminables cristales que inventan el espejismo de un chaflán; es una pecera por el aspecto, pero también porque ahí no pasa el tiempo desde el instante en que la pareja no tiene de qué hablar, los gatos no tienen qué perseguir y el camarero abandona por un momento su habitual hiperactividad en contacto con platos y tazas:

Sin duda, no estáis ante una entrada informativa (por cierto, el Bulli cierra durante 2012 y 2013), sólo he querido ilustrar sobre el juego expresivo que reside en la cosa más habitual e insignificante, como han hecho otras muchas personas antes. Pero en general, éstos siempre han sido artistas, y no está de más tener muy presente desde el mundo de la comunicación que despertar los instintos y las sensaciones es despertar al receptor y expresar mediante un código universal de sensaciones puede formar un mensaje con unas connotaciones inolvidables. Además, desde aquí reivindico el gusto por volver a jugar con la comida igual que cuando éramos "chicos", aunque en esta ocasión sea con las palabras en vez de con el tenedor, pero siempre con la imaginación por bandera:

"El llano es, en su mayoría, amarillo y agrietado, puedo distinguir algunos salientes blancos, como si fueran yacimientos de yeso. En el centro una montaña, bueno debe de ser un volcán pues hay un río de lava perenne reposando en su ladera y alguna charca ha formado también en la llanura de la parte posterior en la que no había reparado hasta ahora. Aun así y con todo el calor que despide, de él brotan zonas verdes, contadas franjas de espesura tanto en la falda como en la base del volcán, es extraño ver fuego y vegetación mezclados con tanta naturalidad. Aparte de estos bosquecillos, sólo hay algún mínimo arbusto de color más apagado, bien disimulado entre tanto amarillo. Divido el saliente por la mitad y me sorprendo de que no esté relleno de magma, se pueden observar dos grandes cadáveres con unas formas tan extrañas y aberrantes que nadie imaginaría que fueran otra cosa salvo dinosaurios mutilados o deformados. Uno es redondo y más pequeño, con una tira ósea en el lateral; el otro es alargado, tiene la forma de África y un río de calcio lo recorre de extremo a extremo" (Plato de arroz y conejo, Con la comida sí se juega).



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