Para darle a este final un toque "lacrimógeno" os dejaré un poema que he escrito a salto de mata: no esta muy pensado ni he cuidado la rima ni el ritmo ni nada. Sólo es una imitación de dos poemas que Hemingway (uno de los más grandes de la profesión y al que he citado ya en alguna ocasión) publicó en el Toronto Star el 15 de diciembre de 1923 con tópicos sobre los canadienses y los norteamericanos(refiriéndose a los estadounidenses).
Siguiendo con el paralelismo, el título sería: Me gustan los periodistas
Me gustan los periodistas.
Ellos se creen una gente estupenda.
Aunque los miren raro.
Nadie tiene más fe.
Ni menos miedo a las mentiras.
Reviven el pasado con añoranza.
Piensan en el Cuarto Poder, en blogs a rayas y en aparcamientos a oscuras.
Pero miran al futuro tras sus ojeras.
Los menos, confunden cansancio con avidez.
Y los más, con la lucha contra la tiranía.
El Mundo no sabe si son artistas, artesanos, ratas...
Pero es que el Mundo nunca supo nada.
Nada, salvo lo que le cuentan.
Por eso me gustan los periodistas.
Y, por eso, son una gente estupenda.
Es complicado que hagan dinero.
Pero los tipos que de los países más tienen,
en seguida los llaman por teléfono.
Es un trabajo difícil, mas sin ellos
¿quién llenaría las pantallas vacías?
Unos proclaman que ganaron polémicas.
Otros, que las provocaron.
Alguno, que las retrató.
Si no las hubiera, de buena gana las inventarían.
No por maldad ni por riquezas.
Por ser leído y porque al leer,
¡vive la imaginación!
Nos lanzan las palabras, las hacen vibrar en las conciencias.
Fábricas de realidad.
Y quienes los repudien:
¡que insulten!¡Que insulten!¡Que insulten!
¡Que eso también es libertad!
A mí me seguirán gustando los periodistas.
Me consta que son una gente estupenda.