viernes, 4 de junio de 2010

Mi única patria

viernes, 4 de junio de 2010 3
Vivimos unos tiempos en los que corremos el riesgo del desarraigo y la crítica derrotista nacional: "En este país...". La manifiesta incapacidad de algunos estados para pintarnos un presente y un futuro tranquilo se paga al trueque con pestes y maldades sobre los que nos dirigen, sobre los que nos administran, sobre nuestro pasado y sobre nuestro propio carácter. Si el país como ente pudiera leer un libro de Jorge Bucay, apenas se resentiría su ya pésimo nivel cultural y en algo mejoraría, superficial y efímeramente, esa especie de autoestima-nación.

No sólo necesitamos cobijo en lo macrocotidiano, también está lo micro y ahí es más difícil que llegue ley, decreto, paquete de medidas o patria protectora alguna. Sentimientos, ansiedad, frustración, desasosiego, miedo... pensamientos. Así es la vida a veces, y más en período de exámenes. Sufres, te bloqueas y algo cruza tu mente; no es "Patria". O puede que sí, pero la otra, la de todos y la de uno, la de siempre: "Infancia".

Será porque nada nos perturbaba, porque estar cerca de alguien era sinónimo de protección, porque el tiempo se alargaba, porque los olores y la luz pasaban al dominio de lo eterno, porque el sudor y la suciedad eran la libertad, porque el dolor de cabeza sonaba a ficción, porque podías ir a todos lados corriendo a lo Forrest Gump sin noticia de tus rodillas, porque la risa no era una conquista reseñable sino un reflejo aledaño a respirar... Los recuerdos de infancia siempre tienen algo especial. Los recuerdos, y las sensaciones. Para las noches malas, os recomiendo la sensación de que dejéis que os lean una historia o mil. Os recomiendo: La vuelta al mundo en 80 libros. Volved a 'casa' un rato y descansad.
 
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