sábado, 20 de marzo de 2010

Como Decíamos Ayer

sábado, 20 de marzo de 2010
Este título podría pertenecer perfectamente a una sección fija para nuestro blog y además no es la primera ocasión que recurro a la hemeroteca digital de ABC para documentar una de mis entradas. Pero creo que con mostrar una vez que con el tiempo las diferentes líneas de poder amoldan su discurso a las contingencias, es suficiente. Por otro lado, no creo que fuera demasiado elegante ir rebuscando (para eso estaba Hormigas Blancas) a raíz de cada frase, para demostrar lo que la mayoría sabemos y la totalidad intuimos.

Un amplio espectro de la población parece estar segura de que dentro de dos años el PP será el vencedor en las elecciones generales. Pero en los últimos días me he cruzado con las dudas de algunos de los que piensan así a propósito de qué sucederá con las medidas socialistas en el caso de que se produzca el cambio de ejecutivo. Las dudas mencionadas se centran en las cuestiones que apuntan a los derechos individuales conquistados por el actual partido en el gobierno. Principalmente cabe preguntarse por la ley que regula los matrimonios entre homosexuales y la actual reforma de la ley del aborto.

Está claro que desandarse se podría desandar el camino, ya he defendido en otras entradas que en ocasiones la historia da pasos hacia atrás. Además, tenemos muy viva y reciente la sucesión de proyectos de ley y leyes sobre educación dentro del conmutar socialista-popular de los últimos veinte años. Pero no es menos cierto que en la mayoría de las ocasiones el posicionamiento de los partidos responde a una no-razonada oposición innata. Cuando Montesquieu se refirió a la necesidad de frenos y contrapesos en política apuntaba básicamente a la separación de poderes, pero en nuestros días también le podríamos dar un sentido más amplio alcanzando la negación por sistema entre los dos partidos más votados.

Hoy, los populares nos transmiten poco más o menos que la Constitución es su libro de cabecera. La visión monolítica de nuestra Ley de leyes es la referencia a la que se agarran ávidos para contestar a la tendencia estatutaria-autonómica, amén de que siempre la tienen en la boca como argumento irrefutable para fundamentar la más infantil pataleta parlamentaria. Pero sería bueno recordar que en vísperas del referéndum para aprobar la Constitución, Alianza Popular (germen del PP) no sólo se dividió entre defensores y detractores de nuestra Carta Magna, sino que Manuel Fraga (alineado entre los defensores) pidió el Sí con reparos y a instancias de una futura reforma constitucional si llegaba al poder. Por supuesto, dieciocho años después con Aznar en el poder, no hubo una modificación constitucional de carácter conservador ni de ningún tipo.

ABC, Noviembre de 1978 (pinchad para ver más grande)

Lo que sí sucedió a poco de llegar a Moncloa José María Aznar, fue que se produjo un incipiente impulso privatizador. En el caso del sector de las telecomunicaciones, en previsión de la LGT-1998, se privatizó nada menos que Telefónica. Pues ahí estaban los socialistas para mostrar sus reparos ante este tipo de medidas. Estaban en su papel como Fraga en el 78, pues tras llegar al poder en 2004 no hicieron ademán de estatalizar, total o parcialmente, directa o indirectamente, ningún sector, entre los muchos que afectan a "importantes servicios públicos" y que no están legislados por la UE (ayer Millás se refería, por ejemplo, al sector energético en la contraportada de El País, pero no hay que olvidar el problema del precio de la vivienda con el que se encontró José Luis Rodríguez Zapatero).

ABC, enero de 1997 (pinchad en el texto para ampliar)

Pues lo dicho, que yo no estaría muy preocupado ante el panorama de golpe de timón político a partir de 2012, por lo menos en lo que a los derechos y libertades traídas por los actuales gobernantes se refiere. Pues no deja de ser la posición moralizadora ('moralinizadora') popular más una posición de opinión más que de acción, igual que no son los principios ideológicos socialistas más que un vestigio entre los soñadores que empiezan a discutir en alguna sede cochambrosa (espiritualmente) de las Juventudes Socialistas.

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